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El lenguaje de Álvaro Restrepo

15 de Dic de 2022

Álvaro Restrepo es un políglota del arte. Estudió Música, Filosofía y Letras, Teatro y Danza, una combinación de disciplinas que le han permitido dominar los lenguajes de la expresión.

Es un profesional apasionado y un artista con vocación de servicio, se autodenomina "carta-cachaco-paisa", ya que nació en Medellín, se crió en Bogotá pero sus padres son cartageneros, además de ser la ciudad en la que ha vivido gran parte de su vida y por la que ha luchado desde diversas esferas artísticas, en especial, la danza.

Más que la danza su compromiso ha sido con el cuerpo. El cuerpo en todas sus dimensiones: espiritual, mental, física. Todo esto conformó la filosofía que posteriormente llevó a la creación del Colegio del Cuerpo.

Su tía – abuela, Maruja De León de Luna, quien fue Directora de la Escuela de Bellas Artes y primera reina de los estudiantes de Cartagena en 1922, lo inspiró y educó para el arte. Tal como recuerda “gracias a ella, y por culpa de ella (risas), estoy aquí en Cartagena haciendo lo que hago, pues ella me inculcó el amor por esta ciudad y por el arte como medio de realización espiritual y humana”.

Un sueño llamado “El Colegio del Cuerpo”

Álvaro afirma que la danza se le reveló como un lenguaje muy potente, a ella se ha dedicado en cuerpo y alma como coreógrafo, bailarín y como líder de El Colegio del Cuerpo, una entidad sin ánimo de lucro que educa para la danza y con la danza, esculpiendo seres humanos para la es-cultura social, desde la inclusión e innovación.

Hablar de El Colegio del Cuerpo es hablar de Álvaro Restrepo y viceversa. La relación es tan estrecha y el posicionamiento es tan grande, que los buscadores web autocompletan la frase al escribirla, como si este fuera el complemento de su nombre. Así se anidan los caminos, cuando demostramos pasión por lo que somos y hacemos.

El Colegio es para Álvaro su proyecto principal desde hace 25 años, incluso, su asilo ideal durante el confinamiento en pandemia… “la maestra pandemia”, suspira mientras recuerda.

Asegura que su asignatura pendiente es terminar la sede donde actualmente se encuentran ubicados, en el corregimiento de Pontezuela, porque va a ser el legado para las futuras generaciones.

El lugar es fascinante, comprende 40.000 mts2 entre los cuales actualmente se ubican las oficinas, un estudio de danza, varias viviendas para visitantes extranjeros en construcción y sobre todo miles de sueños. Todo construido en madera pino, en especial “el arca”, el lugar donde tienen almacenados los vestuarios, máscaras, utilería y todo aquello que sirve como escenografía para sus presentaciones, en el cual amablemente nos recibió.

El proyecto total se grafica en una estrella de 7 puntas, en las cuales visiona 7 unidades de negocio: la compañía profesional Cuerpo de Indias, la Escuela y sus proyectos pedagógicos, el programa de residencias artísticas, la tienda del Colegio, eventos propios y alquiler de espacios para eventos, nodo cultural con su biblioteca para municipios aledaños, museos y un teatro.

Junto con Marie France Delieuvin, codirectora del Colegio del Cuerpo; May Posse, Subdirectora Académica y Leopoldo Javier Combariza, arquitecto, pintor, miembro fundador del colectivo y su compañero permanente, trabaja en la cristalización de este sueño que será un legado para la ciudad.


 

Una causa social

Uno de los aportes más contundentes de El Colegio del Cuerpo, es su faceta social.

Por los salones de danza que a lo largo de estos más de 25 años han sido escenario del colectivo, han pasado más de 9000 niños y jóvenes de poblaciones vulnerables de Cartagena y poblaciones vecinas.

Su interés en lo social nació hacia 1979, cuando, en compañía del Sacerdote Javier de Nicoló, fue voluntario en un famoso programa para ayudar a niños indigentes llamado “Bosconia” en Acandí Chocó y posteriormente en Bogotá. Esto despertó su interés por hacer trabajo educativo que utilizara el arte como un vehículo de reeducación y de resocialización.

Pocos años después recibió una beca del Gobierno colombiano para irse a estudiar a Nueva York, en las escuelas de Jennifer Muller, Martha Graham y Merce Cunningham, entre otros grandes exponentes de la danza contemporánea. En esa ciudad, además, trabajó con los coreógrafos Remy Charlip, Cho Kyoo-Hyun y Tammar Rogoff.

De vuelta a Colombia, en 1986 estrenó en el Teatro Colón, su primera creación: Desde la huerta de los mudos, creada como homenaje a Federico García Lorca, en el cincuentenario de su asesinato. A partir de ese momento, inició su carrera internacional como coreógrafo e intérprete.

Y es en 1997 que nace el Colegio del Cuerpo, trayendo consigo una labor trascendental que impactaría en el Caribe colombiano, todo el territorio nacional y el mundo, educando para la paz a través del arte. “Iniciamos con 480 niños del colegio INEM ya que sabíamos que allí, en lo popular estaba el fermento de la herencia afro-mestiza, lo cual le daría mayor riqueza al proyecto”, evoca.

En el transcurrir de los años han trabajado con un sinnúmero de colegios y comunidades, explotando lo que le llaman el Estrato T (Talento): “muchachos que vengan de donde vengan puedan recibir una educación de nivel mundial”, explica.

El cuerpo: un lenguaje

Álvaro no solo es un pionero de la danza contemporánea en Colombia y referente de la danza latinoamericana en el mundo, es un gestor social que ha encontrado en el arte y el lenguaje del cuerpo una ventana a la transformación de generaciones de jóvenes y personas que, como él, comparten esta pasión. Es también pedagogo y conferencista, con cientos de artículos sobre arte, cultura, educación y política en revistas nacionales e internacionales.

Gracias a su liderazgo social, lo que él autodenomina “terquedad”, dedicación y disciplina, hoy El Colegio del Cuerpo es reconocido en su país y en el mundo como una experiencia de educación para la paz a través del arte.

Álvaro es un convencido de que el arte es un vehículo de transformación y un defensor de las vocaciones artísticas de los jóvenes, quienes además de enfrentar situaciones adversas para poder formarse, deben superar paradigmas y prejuicios sobre las inclinaciones artísticas, subvaloradas y consideradas informales.

Invita a los jóvenes a ser valientes y tercos: "Su vida les pertenece a ellos y a nadie más, deben respetar el llamado, la voz interior, la vocación", agrega.

¿Cuál es su secreto?

Álvaro sostiene que la educación y el arte pueden convertir a las personas en seres extraordinarios, en tesoros.

Ha visto nacer y morir muchos proyectos culturales durante su trayectoria artística, pero sostiene que su secreto para permanecer en el tiempo ha sido la terquedad, la persistencia, la convicción y la claridad en un objetivo: entender que el arte es una salida para muchos jóvenes, y que a través de su quehacer, puede transformar sus vidas.

Este visionario todos los años empieza de cero, gestiona alianzas con empresas, fundaciones, instituciones para mantener los sueños de tantos artistas a flote, y está enfocado en la autosostenibilidad del proyecto. El amor por lo que se hace y el compromiso social son combustibles inagotables para misiones como ésta.

Actualmente trabaja en una alianza con la Secretaría de Educación Distrital con el fin de crear un primer piloto de bachillerato artístico. “Exploramos la posibilidad de implementar un par de núcleos que complementen la formación de los chicos para aquellos que deseen dedicarse a las artes en su futuro profesional”. Un sueño ambicioso que estamos seguros podrá alcanzar gracias a su constancia y permanencia.

Su legado ya habita en generaciones de cartageneros y colombianos quienes, como él, encontraron en el cuerpo el lenguaje que les cambiaría la vida, por esto y mucho más, hoy Álvaro Restrepo es nuestro Personaje que Inspira.

"Soy el hombre más rico del mundo, lo tengo todo pero no poseo nada", dice sobre sí mismo.

En sus palabras:

Cartagena: Es contradicción. Una ciudad llena de contrastes.

Danza: Una forma de pensamiento, aprendizaje, una forma de apropiación del mundo y relación con los demás.

Pasión: Lo equiparo a la vocación asumida con placer, cuando haces lo que amas y eres lo que haces.

Arte: Una forma de espiritualidad.

Éxito: No creo en el éxito, ni en la felicidad, creo en la plenitud.

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