22 de Ago de 2019
¿Y si le bajamos una rayita al volumen para llamar a los demás?, ¿Y si dejamos el pito del carro sólo para su función de conducción defensiva?, ¿Y si celebramos en familia con la música solo para nosotros?.Tres acciones aparentemente simples pero difíciles de practicar en nuestro medio.
Subestimamos la contaminación auditiva. Nos quejamos del humo del ambiente, de los malos olores o de la basura tirada en las calles, pero olvidamos que los sonidos estridentes y perturbadores son igualmente molestos, que generan grandes conflictos barriales y merecen nuestra atención, prevención y disminución.
No estamos exentos de escuchar o generar ruidos, ya que es inherente a las actividades diarias como conducir, construir, celebrar, hacer grandes obras públicas o industriales, y algunos de ellos son inevitables, pero, deberíamos proponernos cambiar lo que sí está en nuestras manos y aportar a la cultura ciudadana ese granito de arena para disminuir los índices de contaminación auditiva.
Los sonidos molestos pueden producir efectos nocivos fisiológicos e incluso psicológicos en la persona o grupos que los escuchan. Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera los 70 decibeles como el límite superior deseable; pero ¿cómo saber cuándo se supera ese límite? No tendríamos forma exacta de calcularlo pero sí podemos tener la suficiente consideración para entender que en cierto punto, los sonidos producen fastidio e incomodidad y asimismo deben moderarse.
Nuestra idiosincrasia caribe nos induce a subirle el volumen a la música cuando suena una buena canción; es una reacción natural de placer y disfrute que sin embargo, representa un riesgo para nuestra salud si lo hacemos dentro de un carro, bus o usando audífonos. Daños en el oído, pérdida de la audición y de la memoria, y paranoia son algunos factores que no prevemos, pero que pueden sucedernos como consecuencia de la alta exposición a ruidos, o que podemos causarle a otros si somos nosotros los generadores del alto volumen.
Justificarnos con nuestra idiosincrasia no nos exonera de la responsabilidad. Por el contrario, debe ser una motivación para dar ejemplo y aprender a disfrutar de la música del modo adecuado, con un volumen permitido en comunidad, que no perturbe el descanso ni la comodidad de terceros, y que sobre todo, no afecte nuestra salud.
La Sociedad de Mejoras Públicas de Cartagena - SMPC te invita a demostrar tu amor por Cartagena bajándole el volumen a los sonidos, a la música y en general